Fue en una soleada tarde de octubre cuando viajamos a la tranquila aldea de Galegos, en el municipio de Marvão, situada en el corazón de la Serra de S. Mamede, a 600 m de altitud, casi tocando a nuestra vecina España.
Nos sorprendió la calma y la tranquilidad de este lugar idílico, donde encontramos un negocio verdaderamente apasionado, como este lugar. Un negocio familiar desde 1954, donde el conocimiento de cómo extraer el buen sabor de las aceitunas se ha transmitido de generación en generación, guardado en las paredes del molino y en los genes de la familia Nunes.
No hemos podido resistirnos a adentrarnos en esta hermosa historia, contada por Antonio Melara.
DF: António, cuéntenos cómo empezó esta apasionante historia.
AM: Desde muy pequeño, solía ir al pueblo y ver trabajar a mi bisabuelo Francisco Nunes, un hombre verdaderamente emprendedor y visionario, con un espíritu inquieto y siempre dinámico. Compró el espacio donde se instaló la primera unidad industrial del pueblo: la almazara. Este espacio era abastecido de energía por el molino de agua, o moinho da Dorna, una construcción singular que trae a la memoria viejas historias y emocionantes aventuras... En los años 60, siguió modernizando el lagar de la mano de su hijo António Picado Nunes, hombre polifacético, riguroso y trabajador. En esa época, se adquirieron varias prensas, máquinas y equipos diversos y se ampliaron y mejoraron los alrededores.
DF: ¿Y qué otras historias le cuentan de aquellos tiempos?
AM: En el siglo pasado, en el centro del pueblo había una concurrida tienda o taberna, que a veces se transformaba en salón de baile para celebrar bailes y fiestas. En la época de la recolección de la aceituna, los ranchos de gente que llenaban los campos también daban vida al pueblo.
En el molino, la caldera estaba siempre encendida, lo que proporcionaba una verdadera convivencia y calentaba el alma en aquellos crudos inviernos. Pero la cumbre del placer era cuando el hilo de oro empezaba a cobrar vida, y entonces era un verdadero placer para los sentidos. Era el nacimiento de un nuevo aceite.
DF: Los tiempos han cambiado y usted ha tenido que adaptarse a las nuevas realidades. Cómo empezó el camino de António hasta llegar aquí?
AM: Nací en Lisboa, hijo de padre arquitecto y madre profesora de historia, y empecé un curso de arquitectura que no terminé. Cada vez que venía al pueblo de Galegos y veía el negocio de mi abuelo, me daba cuenta de que la carrera de arquitectura no iba conmigo y fue entonces cuando decidí hacer un curso de Dirección de Marketing, para luego poder utilizar mis conocimientos para impulsar el negocio de mi familia.
Años más tarde, la familia decidió el futuro de la empresa, decidiendo que la empresa y sus actividades pasaran a manos del joven António, me. La tierra de Galegos me marcó irrevocablemente. En las muchas temporadas que pasé en el pueblo, en casa de mis abuelos, aprendí a amar el campo, la tierra, los olores y los sabores.
Mi abuela Carmelin, nacida en Madrid en el seno de una familia burguesa acomodada y que decidió quedarse en Galegos para siempre y "por amor", fue determinante en mi actitud futura, ya que me enseñó la importancia de la dedicación, la generosidad y la determinación, valores que aún hoy conservo, tanto en lo personal como en mi compromiso con este negocio.
DF: ¿Y qué año fue el verdadero punto de inflexión para la marca que tienen hoy?
AM: En 2010 nació el nuevo concepto de almazara en un espacio renovado donde, sin olvidar el pasado, seguimos produciendo este néctar, extraído en frío, y allí se creó la marca Aceite de Oliva Castelo de Marvão.
DF: ¿Qué variedad de aceitunas recogen para producir su aceite?
AM: Sólo aceitunas gallegas. Ninguna otra. Con esta variedad hemos obtenido una certificación DOP (denominación de origen protegida) única.
DF: Si tuviera que definir su aceite, ¿qué diría?
AM: Es un aceite de oliva fino, con una acidez elevada, un color dorado, un aroma afrutado maduro, suave y extremadamente sabroso.
DF: ¿Cuál es la mejor época para recoger aceitunas gallegas?
AM: La tradición familiar manda cosechar el olivar después del día de Todos los Santos, peinar las ramas a mano y extraer en frío el mejor aceite de oliva del mundo.
DF: ¿Qué variedades de aceite de oliva podemos encontrar aquí?
AM: Actualmente producimos tres referencias:
- Aceite de Oliva Virgen Extra Marvão
- Aceite de Oliva Virgen Extra Galega DOP
- Aceite de oliva virgen gallego ecológico
DF: Si quiere visitar el pueblo de Galegos, ¿qué puede esperar de este nuevo proyecto?
AM: Actualmente continuamos con nuestra actividad oleícola, organizando visitas guiadas al olivar, la almazara y el museo. Tenemos la posibilidad de reunirnos con grupos para comer o cenar, o incluso para una simple cata de aceite de oliva. Para aquellos a los que les resulte difícil abandonar este lugar mágico, también disponemos de alojamiento local, donde sólo se siente la tranquilidad de la Serra de S. Mamede.
DF: ¿Y qué nos depara el futuro?
AM: Hay muchos proyectos previstos, siempre preservando la aldea de Galegos y el enorme legado que me han dejado. ¡Todo a su tiempo!