La historia (y la historia) de la fundación de un lugar que todos amamos, llamado "Taberna do Claro", se pierde en el tiempo. Como dice el vino, "sólo el nombre es la mitad de la historia"Pero, por lo que recuerdo, sus propietarios eran Pedro Bonito, al que sucedió la familia que aún hoy la explota, ya en su tercera generación, a saber, David Marques Claro, al que siguió su hijo António Dias Claro y, en la actualidad, su yerno Diamantino da Luz, que no es "Claro" de nombre, pero sí de corazón. Por lo tanto, se puede suponer que la Taberna existe desde hace más de un siglo.
Históricamente, este establecimiento, uno de los pocos de la región y hoy el único del Vale do Peso, donde llegó a haber una docena en plena actividad, era el lugar donde los trabajadores rurales se reunían y socializaban al final de las duras jornadas de trabajo en el campo o, cuando los inviernos no lo permitían, pasaban un rato de tertulia, bebiendo sus copitos, jugando al pinacle, a las cartas e incluso al dominó. La taberna era también el lugar preferido para escuchar el teléfono, con sus emocionantes y frenéticos reportajes de fútbol. Más tarde, la televisión se hizo un hueco en la mayoría de los hogares de nuestra hermosa tierra.
En la Taberna do Claro, D. António Dias Claro, además de su trabajo como "Taberneiro", desarrolló oficios y actividades paralelas - reparación de motos, bicicletas y relojes. Y aquí es imprescindible aclamar un icono de antaño: el "Cabra", como tantos aún la recuerdan. Una moto de alquiler en la que muchos de los jóvenes valpesenses de la época dieron sus primeros paseos... y rompieron la "tola" por primera vez.
El Sr. Claro también tenía una actividad de suma importancia estrechamente vinculada a su taberna: era sacristán. La función que desempeñó durante muchas décadas en la iglesia parroquial incluía asistir al cura en todas las ceremonias religiosas, y era el encargado de tocar las campanas en misas, funerales y otras ceremonias religiosas (y en este caso el protocolo era estricto: subir a la torre y tocar a mano las dos enormes campanas de la iglesia). Por esta misma razón, era también a la Taberna donde la gente iba a pedir la llave del cementerio y a pedir "la señal" (toque de campana) cuando morían sus seres queridos. Por su devoción, António Claro fue homenajeado por el pueblo por 60 años de dedicación a esta noble causa.
Entre medias, debemos mencionar también a alguien que, no menos que los otros ya mencionados (¡todo lo contrario!), contribuyó a la grandeza de este lugar: la Sra. Maria das Dores. "ti Maria", como muchos la llaman cariñosamente, ayudó durante décadas a su marido, el Sr. Claro, en su trabajo en la Taberna, habiendo asumido el cargo de "Tabernera Jefe" cuando el Sr. António Claro no pudo hacerlo. Durante muchos años fue la garante de la casa, con la estrecha ayuda de su familia y amigos, trabajando duro e incansablemente en su querida taberna.
Los tiempos han cambiado, las caras también, pero los valores, el cariño, la presencia, el conocimiento y la hospitalidad siguen siendo los mismos. Las prácticas se han actualizado con el tiempo y ahora es muy común ver a señoras, jóvenes y mayores, en la Taberna do Claro. Desde la tertulia hasta las copas, hay minis, algunas fadistices y todavía hay tiempo para alguna payasada.
El Sr. Diamantino Luz (conocido por algunos como Diamantino Viz... , oopsTiene un rostro alegre, un espíritu feliz y siempre, siempre está dispuesto a ayudar al prójimo. No es sacristán, pero ayuda al cura con sus conocimientos de contabilidad; no es relojero, ni repara bicicletas, pero ayuda honesta y sencillamente a todos los que acuden a él con las dificultades burocráticas del mundo actual. Lleva en el corazón y en el alma el espíritu de un tabernero, un trabajo que asumió con honor y compromiso. En un pasado no muy lejano, solía turnarse, especialmente durante las pausas para comer, con el Sr. Agostinho Ventura da Silva, que también era tabernero. voisin desde hace mucho tiempo, querido amigo y hombre de buen corazón.
Como puede ver, la modesta Taberna do Claro es un lugar polifacético, mucho más que un café, es un lugar que gusta a todo el mundo, con un carisma propio. Su clientela, que procede de los lugares más diversos, ya sea de nuestro Vale do Peso, de nuestro municipio, de todas las partes del país e incluso más allá de las fronteras, nunca pierde la ocasión de visitarla. Ya sea para tomar una copa, degustar el famoso abafadinho, disfrutar de un tentempié de la Sra. Manuela, o simplemente para saludar al Sr. Diamantino, éste es un lugar cálido y especial.
Hay mucho más que decir y recordar sobre la Taberna do Claro, pero en su lugar le dejamos con el reto y le sugerimos una visita... y que traiga a un familiar o a un amigo, porque aquí... aquí siempre se es bien recibido e incluso se puede disfrutar de una deliciosa comida. ¡Cereza agria franciscana!
Por Diamantino Luz